Estoy de acuerdo con lo que dice Marenwen
De todas formas supongo que te refieres a eso, a la relación del niño con los abuelos, pero es que me viene a la cabeza que te puedes referir a otra cosa. Me explico.
Por una parte como los abuelos son otras personas distintas a los padres, con diferentes criterios educativos y diferentes circunstancias (porque como bien dice Marenwen no es lo mismo estar 2 horas al día con el niño que todo el día entero), pues es lógico que el niño se comporte de forma distinta. Esto es igual que en el mundo adulto. Ninguno de nosotros nos comportamos igual con todo el mundo, sabemos cómo son nuestros amigos y relaciones y lo que con uno puedes hacer o decir no lo harás con otro. Con unas personas bromearás más, con otras te irás a bailar y otras las preferirás para una buena charla ante un café.
Los niños son especialistas en valorar los límites de cada adulto y aprenden muy rápido quién tiene más tolerancia y quién menos a según qué conductas. Por otra parte también hay una cuestión de confianza con el cuidador, cuanto más conoce el niño a esa persona (o cuanto más tiempo pasa con ella) en general "peor" se porta o más se atreve a poner a prueba esos límites. En la guardería, p. ej., a principio de curso se portan todos de maravilla, y al final ya te tienen "cogida la vuelta" y saben hasta dónde pueden llegar contigo y siempre intentarán llegar un poquito más lejos. Algo que por otra parte me parece natural y hasta sano para la conducta del niño
. La labor del adulto es esa, decirle al niño qué se puede hacer y qué no en ese contexto.
Por supuesto el estado de ánimo del niño también cambia a lo largo del día o del año. Un niño se puede encontrar mal (fiebre, dolor de dientes,
sueño, calor excesivo...) y eso afecta a su irritabilidad. Un niño mal dormido suele tener las rabietas a flor de piel, p. ej. Tampoco es lo mismo cuando es la primera vez que el niño se queda con la persona que le va a cuidar a estar ya acostumbrado a esa rutina. Los primeros días son más duros, y ahí sí que entraría la cuestión del apego, porque para el niño la figura de referencia y seguridad son sus padres y al quedarse con alguien que no sabe si va a ser capaz de atender a sus necesidades se siente desamparado y desesperado. Entonces es cuando llora sin parar, se niega a aceptar ningún juguete, se pega a la puerta gritando "mamá, mamá!", puede pegar patadas a las cosas... Cada uno reacciona a su manera, pero es cierto que la primera separación de quien es su figura principal de apego genera conductas más o menos disruptivas.
Cuando ya el niño toma a esta segunda figura también como de apego (sea el abuelo o sea la educadora de la guardería), y según se siente con confianza para ser él mismo - como nos pasa también a nosotros los adultos - pues ya se comportará como toque ese día.
Por otra parte está la relación hacia los padres... Éstos siempre van a ser la figura principal de apego y el amor que un niño profesa a sus padres no tiene parecido con nada. Si el niño tiene que elegir, siempre va a preferir quedarse en su casa que irse con otras personas (hablo de niños muy pequeños, claro está), por mucho que quiera también a sus abuelos. Así que de alguna manera sí que "se enfadan" con sus padres cuando estos les dejan en manos de otra personas (sobre todo esos días que los críos no se encuentran muy bien, p. ej. cuando están resfriados y querrían mimitos de sus padres). De manera que en muchas ocasiones cuando están los padres delante empiezan a portarse mal, pegando a otros niños p. ej. si están en la guardería, o rompiendo alguna cosa que les caiga a mano, poniéndose tontorrones y haciendo lo posible porque no les bajen de la silla, tirándose al suelo a patalear con una rabieta... conductas que en cuanto los padres se marchan se terminan y el niño se queda tan feliz. Estas conductas no son más que las maneras que tienen los niños de intentar convencer a sus padres de que no les dejen allí, a pesar de que no van a estar mal. Cuando luego vuelven los padres a buscarles, también despliegan otro grupo de conductas que a veces pasan por ignorar a los padres y no querer irse (en plan "¿no me has dejado aquí? pues ahora no me quiero ir contigo!"), haciéndoles el feo porque saben que los papás se ponen con eso un pelín tristes
o bien a veces pasan por una nueva rabieta. El niño está tan contento, ve entrar a la madre y se pone a llorar y a dar patadas como si llevara enfadado la mañana entera. Que realmente así era, estaba enfadado con su madre por dejarle allí en contra de su opinión, de manera que al ver a la madre es cuando se acuerda de su cabreo y así lo manifiesta. De alguna manera es una especie de "venganza" o más bien de "manifestación de opinión" sobre lo que piensa. No tienen otra manera de hacerlo cuando no hablan o no dominan tanto el lenguaje
De hecho yo creo que los adultos hacemos lo mismo. Podemos estar tan contentos hablando con un amigo pero si de pronto vemos aparecer por la puerta a otro con el que estamos enfadados cambiamos la cara y hacemos ver que toda nuestra vida es una miseria por su culpa
o bien le ignoramos sistemáticamente. Por suerte también contamos con el gran recurso del lenguaje y podemos razonar con los demás cómo nos gustaría que fueran las cosas y por qué. Podemos pedir y convencer de una forma más "civilizada". Los niños, como no tienen eso, pues recurren a otras estrategias que implican más a la conducta.