Se me ha olvidado decir, que las preguntas sobre prevención han sido muy literales.
Manual de psicología de la salud, página 31. Amigo Vázquez (2012)
Según la clasificación de Fielding (1978), comúnmente aceptada dentro del campo de las ciencias de la salud, se pueden distinguir entre 3 tipos fundamentales de prevención.
La prevención PRIMARIA, que se refiere a las medidas tomadas para prevenir la aparición de la enfermedad en personas sanas.
La prevención SECUNDARIA, que se refiere a los esfuerzos necesarios que se realizan para detener el progreso de la enfermedad una vez que ésta se ha iniciado.
La prevención TERCIARIA, que incluye los procedimientos de tratamiento y rehabilitación de aquellas enfermedades que ya han mostrado sintomatología clínica.
Manual de psicopatología, Tomo II, página 338. Belloch (2008).
PREVENCIÓN DEL CÁNCER
A través de la prevención PRIMARIA se trataría de promocionar aquellas conductas dirigidas a evitar los factores que inducen al desarrollo del cáncer. Bayés propone como elementos importantes la modificación de los estilos de vida referidos al tabaco, dieta y alcohol, y el adiestramiento de los sujetos en la utilización de estrategias apropiadas para afrontar adecuadamente las situaciones de estrés.
Mediante las estrategias de prevención SECUNDARIA se pretende detectar el cáncer en sus etapas iniciales, antes de que pueda llegar a ser irreversible. En esta etapa sería imprescindible conseguir una detección precoz de la enfermedad. De todas las pruebas de detección precoz (screening) existentes, el National Cancer Institute sólo suscribe oficialmente para su aplicación la mamografía, el test de Papanicolau para la detección del cáncer de cérvix y el autoexamen de senos. Sólo la mamografía ha resultado hasta el momento eficaz.
La prevención TERCIARIA consiste en la aplicación de un tratamiento efectivo dirigido al problema una vez que el cáncer ha sido ya diagnosticado. Entre los objetivos más importantes de una acción psicológica a nivel de prevención terciaria deben destacarse los siguientes:
1.- Conseguir que el paciente lleve a cabo la adherencia al tratamiento médico
2.- Adiestrar a los enfermos en técnicas de afrontamiento psicológico de la enfermedad
3.- Adiestramiento del personal sanitario en la mejora de sus interacciones con los enfermos
4.- Colaboración en la resolución de problemas tales como la comunicación del diagnóstico al enfermo o la preparación para la muerte en los pacientes terminales
Manual de Psicopatología II, página 340. Belloch (2008)
SÍNDROME DE INMUNODEFICIENCIA ADQUIRIDA (SIDA)
El sida supone actualmente una gran carga económica y social, y la única forma de detener o disminuir la magnitud del problema radica en la prevención primaria, esto es, en la detección e identificación de los elementos que potencian el riesgo al VIH. Sin embargo, el fenómeno del sida reclama un enfoque multidisciplinario global que abarque no sólo el ámbito de la prevención PRIMARIA (evitar el contagio de la enfermedad), sino también el de la prevención SECUNDARIA (diagnóstico precoz y control de las infecciones) y TERCIARIA (favorecer la readaptación social), respectivamente. La prevención del sida desde un punto de vista psicológico incluye actuar a nivel de:
a) modificación de hábitos y comportamientos de riesgo susceptibles de producir la transmisión del VIH;
b) disminución de la vulnerabilidad a la enfermedad de los individuos expuestos al virus, y
c) conseguir que los medios preventivos lleguen con facilidad a los sujetos de riesgo.
Específicamente, la prevención PRIMARIA conlleva una educación para la salud, y el objetivo prioritario se centra en aportar una información clara y precisa tendente a modificar hábitos de conducta para evitar el contagio (por ej., uso de preservativos en las relaciones sexuales de alto riesgo, utilización de agujas y jeringuillas de un solo uso, etc).
La prevención SECUNDARIA comprende, por una parte, aquellas medidas encaminadas a conseguir que las personas previamente no infectadas se sometan lo antes posible a pruebas de seropositividad cuando sospechen un posible contagio. Por otra parte, se establece que los seropositivos se sometan a revisiones periódicas y acudan a la consulta cuando perciban alguna sintomatología sospechosa. A este nivel de prevención resulta de elevada utilidad fomentar en los individuos infectados con el virus VIH estrategias de afrontamiento que incrementen la percepción de control y reduzcan los síntomas depresivos y de indefensión. Es necesario incluso fomentar la práctica regular de la relajación en orden a mejorar la inmunocompetencia.
En el caso de la prevención TERCIARIA, las medidas a considerar serían aquellas dirigidas a facilitar una evolución de la enfermedad lo más positiva posible y evitar complicaciones y recaídas. En este nivel, la intervención psicológica sería muy similar a la efectuada con los sujetos seropositivos. En particular debería centrarse en intervenir las respuestas emocionales negativas mediante técnicas psicológicas apropiadas (inoculación de estrés, desensibilización sistemática, etc.) y en apoyar al sujeto durante su fase terminal.