Me levanto ayer a las 3 de la tarde con la alegre noticia que Pedro va a pagar con el dinero de todos fármacos para dejar de fumar. Como si el fumar fuera una enfermedad que se arreglase con otra droga.
Fumar es un problema de la conducta que se soluciona con terapia psicológica. Uno no se toma una pastilla y cambia de hábitos. Dejar de fumar es un proceso activo, hay que hacer algo, no se cura de manera pasiva. Hasta el consejo médico se considera una terapia psicológica. Si quieren que la gente deje de fumar que incluyan psicólogos en atención primaria.
Tengo algo de esperanza de que el Colegio de Psicología, una vez que haya hecho 12 cursos sobre violencia de género, un taller sobre la intervención en el maltrato en la mujer portuguesa, participado en dos simposios sobre el machismo en la sociedad heteropatriarcal, 4 investigaciones sobre la igualdad de la mujer en las fruterías de mi barrio, 8 cursos Focad sobre perspectiva de género en instituciones judiciales y 15 congresos sobre técnicas de detección del hombre maltratador, tenga tiempo de decir algo al respecto.
Sí, la psicología cada vez mete más pena. Me alegra haberla dejado ya atrás. No por la psicología en sí, sino por los, las, les, psicólogas, psicólogos y psicólogues, que hacen de esta ciencia una pseudociencia envenenada por intereses económicos e ideológicos por lo que no merece la pena luchar.