Bueno, este hilo es de 2012, pero no he podido evitarlo: la autoboicoteadora que llevo dentro necesitaba leer todos estos mensajes que se sienten como puñales, porque en cierto sentido es lo mismo que me digo yo... que no valgo, que no he podido conseguirlo por el turno "normal", así que me aprovecho del sistema para conseguir una plaza con menos valor que las de los demás, porque estoy en ese 7 %...
Por suerte, al ser de 2012 igual nadie lo lee, o todo lo contrario, no sé, igual lo lee todo el mundo y se lo piensa dos veces antes de soltar de esa manera el odio por la boca, porque se dan cuenta de que pueden destrozar a una persona al otro lado del ordenador...
Una parte de mí no quiere escribir esto, solo siente vergüenza y autoodio, y esa parte os da las gracias, porque le habéis dado la razón; con vuestros mensajes se reafirma y se regodea en que no valgo para nada, y que lo único que voy a conseguir en esta vida es porque me han tenido que meter en una cuota especial, no porque me lo merezca, y utilizaré esa plaza, porque soy una egoísta que se aprovecha del Estado, pero no me lo mereceré, y seré mucho peor profesional que el resto porque estoy marcada, y porque he conseguido una plaza con una nota mucho más baja que los demás... hoy creo que ganará ella, y aquí estoy llorando mientras escribo este mensaje.
Pero voy a intentar sacar a la otra persona que tengo dentro, la que intenta decirse que no se tiene que sentir culpable por no jugar por una vez en esta vida en modo difícil; para contar cómo es mi situación, para que si alguien quiere volver a soltar su bilis, piense que igual hay alguien detrás de la pantalla que se queda mucho más jodida que él/ella antes de escribir el mensaje. Es decir, para que la próxima vez que alguien quiera desahogarse por lo que siente como una injusticia (que, ojo, lo entiendo perfectamente, y entiendo la frustración de quedarse a las puertas y la necesidad humana de buscar motivos y personificar las cosas), valore si el desahogo que va a tener es tan grande que merece la pena que alguien que lea su mensaje se quede tan jodida por su comentario. Con la pequeña esperanza de que al leer mi mensaje alguien deje de pensar: nosotros o ellos, o siga pareciéndole así, pero nos devuelva la humanidad (que sinceramente he sentido que se me arrebataba en muchos de los mensajes). Y por último, para que si hay alguien más con discapacidad que lee esto, pueda leer mis palabras y le consuelen al menos un poco.
Tengo un trastorno neurológico desde que nací. No voy a entrar mucho en él, pero a grandes rasgos, tú me ves y soy leída completamente como normativa. Los síntomas más llamativos son tres:
Vomito una media de 30 veces al día.
Me tiembla el pulso.
Me dan vértigos y desmayos.
Tengo casi terminada la carrera de Sociología, hice Arte Dramático, Dirección de Cine, Psicología por la UNED con una buena nota media, y tengo dos másteres en los que también fui de las mejores de mi promoción. Y todo ello lo hice sin tener reconocida la discapacidad y trabajando a media jornada, ya que, además de todo esto, también he tenido una familia de mierda que todavía me genera muchísimo estrés psicosocial. Y hasta me denegaron la beca un año porque no se creían que pudiera vivir con tan poco dinero; vamos, me denegaron la beca por pobre.
(Añado todo esto porque he leído que sí os parece bien cuando una persona con discapacidad es excelente. Pero estoy cansada, cansada de intentar ser excelente y no llegar, y sentir que no soy suficiente, porque mi vida es más difícil que la de la gente que me rodea, estoy cansada de sentir que yo nado a contracorriente y que el de al lado, que ya está en la orilla porque nadaba a favor, me recuerde que soy una mierda por no llegar a su ritmo).
Nunca se me había ocurrido pedir la discapacidad hasta hace unos años (me la han reconocido este año por primera vez, y aún me estoy haciendo a la idea) porque me decía a mí misma: "Tú puedes con todo", "eres como un Ferrari, de alto mantenimiento...", "hay gente peor", "yo tengo esto, otro tiene otra cosa…".
En el colegio me llamaban Parkinson dóberman... aunque sinceramente, eso siempre me dio bastante igual, pero bueno, hoy lo llamarían bullying. En el instituto me llamaban pajarito (por los vómitos, ya que tenía que salir de clase cada dos por tres a vomitar). Había alguna profesora que, como me tenía que levantar para ir al baño, me sentaba al final al lado de la puerta, pese a que yo me sentaba en primera fila.
Me he caído por escaleras por desmayarme, me he desmayado en casa días que había quedado, me he desmayado en el colegio y me he despertado con todo el mundo mirándome... hasta me desmayé un día en el baño durante mis prácticas en el hospital durante el máster de general sanitario. ¿Tú me contratarías? Porque yo siento que nadie me contrataría, me siento un deshecho, que da igual cuánto estudie y cuánto sepa, estoy rota, y nadie me va a contratar...
Además, tengo una limitación en el carné de conducir, motivo por el que creo que me echaron de mi último trabajo (no me echaron porque estaba en periodo de prueba), pero no me pudieron dar motivos reales del despido, y las usuarias estaban muy contentas conmigo. También puede que sea porque soy una persona bastante raruna, y vuelvo a mi complejo, a que da igual cuánto estudie porque nunca valdré lo mismo que los demás, bien por lo que ahora estoy empezando a poder llamar “mi discapacidad”, bien por las circunstancias de vida que me han tocado vivir y que me han hecho un poco diferente.
En 2019, me presenté al PIR por primera y última vez hasta ahora, aprovechando el buffer de acabar la carrera. En noviembre mi padre se puso muy enfermo y me fui a cuidarle, y desde ahí hasta enero casi no pude estudiar; me quedé a 300 puestos de entrar. Hubiera sacado la plaza nº 1 con discapacidad si en esa época hubiese sido capaz de reconocer que eso es lo que he tenido toda la vida. La tensión del PIR, junto a mi enfermedad, me dejaron demacrada física y psicológicamente, me quedé con un índice de masa corporal menor a 17 y me costó bastante recuperar. A veces siento que aún lo he estado haciendo.
Mientras tanto, y cuando me lo ha permitido la vida, he trabajado como psicóloga y hecho voluntariados para ganar experiencia, y estoy aprendiendo a tratarme con la misma compasión con la que trato a los demás.
Ya para terminar de contar mi vida, además tengo una hermana con una patología dual, un trastorno esquizoafectivo y consumo de estimulantes, que además tiene dos hijos, y a los que he tenido que cuidar.
Esta parte de contaros toda mi vida (y un montón de cosas que dejo en las interperatividades) es por aquello que dicen algunas personas de “todos tenemos estrés psicosocial de un modo u otro”. Es decir, sé que todos tenemos cosas mayores o menores a nivel social, pero en mi caso (repito, lógicamente hablo de mí, pero entiendo que es la misma situación que enfrentan muchas personas con discapacidad), y me estoy abriendo en canal no para que nadie diga "pobrecita", o "qué fuerte", o me deis un pin, sino para mostrar cómo las personas con una patología, que ahora el Estado me reconoce como discapacidad, tenemos que luchar con esas cosas de la vida que tenemos todos, y además añadir una discapacidad.
Continúa en el siguiente mensaje por extensión...
Aquí continúa la corrección del texto, desde donde lo dejamos:
Resumiendo, que desde que comencé con el PIR:
Mi padre estuvo a punto de morir y tuve que ponerme en standby para cuidarle.
Mi hermana brotó y me quedé un año cuidando a sus hijos. Mi hermana ya no me habla porque soy quien llamó a Servicios Sociales, y me hago viajes de más de 500 km una vez al mes (complicado teniendo en cuenta que yo no puedo conducir hasta allí), para que mis sobrinos sigan teniendo una figura de referencia.
He cursado dos másteres con muy buenas notas.
He trabajado como psicóloga, como camarera, como monitora de ocio y tiempo libre, como teleoperadora y como profesora particular (mientras estudiaba).
Me he desmayado en trabajos y prácticas.
Me han echado de un trabajo, creo que por mis limitaciones (o por cómo soy, que no sé si es hasta peor).
He tenido que explicar repetidamente en entrevistas, a jefes, compañeros/as, usuarios y pacientes, que no estoy nerviosa, ni bajo los efectos de ninguna sustancia, que no tengo un TCA.
Me he gastado un dineral en arreglarme los dientes, porque me da vergüenza sonreír, ya que tanto vómito tiene consecuencias visibles en mi dentadura, y tengo prácticamente toda la boca endodonciada.
Tengo que ir periódicamente a los médicos, hacerme pruebas, revisiones… que me quitan tiempo y energía.
Voy a estudiar a la biblioteca desde hace poco, y me levanto una media de 6 veces para ir al baño por cada vez que se levanta alguien.
Duermo (esto es de siempre, pero lo incluyo) con una toalla en la cama porque vomito dormida.
Controlo las horas a las que como y bebo (porque también vomito el agua si hago un viaje, si voy a trabajar, o si voy a estar en una sesión).
Y bueno, hay mucho más, pero creo que con esto se puede ver ligeramente lo difícil que puede ser lidiar con una enfermedad que te acompaña, y estudiar y vivir tratando de luchar contra ti misma.
Y yo no sé si esto es justo o no, no sé cuál es la manera, si es esta de los cupos, si es otra…
Solo sé que yo, después de todos estos años, estoy cansada de luchar, no tengo fuerzas para seguir luchando a contracorriente, y siento que prefiero ahogarme a seguir nadando. Y cuando me reconocieron la discapacidad, una parte de mí sintió: “Bueno, ahora hazlo y consigue una plaza como la inutilización que eres, por el cupo ‘especial’”. Y otra parte de mí no pensó, solo se alegró de no tener que seguir nadando solo para flotar, sintió que le tiraban el salvavidas que no se sentía con derecho a pedir.
Y ahora, que estoy en ese cupo, aunque todavía lucho con todos esos sentimientos, sí que es cierto que cada vez que vomito o tengo que dejar de estudiar por los vértigos, duele un poco menos, porque al menos ahora tengo ese flotador…
Así que, para terminar, y perdón por esta lectura tan extensa, quiero dejar un par de reflexiones, que son las que les he dicho a las personas con una situación similar a la mía, o que en general han vivido algún “beneficio” debido a que se han enfrentado a situaciones fuera de la norma:
Hace poco leí sobre el “experimento del Monopoly” de Paul Piff. En él, básicamente, se ponía a jugar a gente al Monopoly, pero unos con reglas normales, y otros con reglas especiales: empezaban con más dinero, y conseguían más dinero por las mismas acciones.
El experimento concluyó que las personas que habían ganado inevitablemente, porque la partida estaba amañada, pensaron que lo hacían por su propia pericia y sus elecciones.
Nuestro cerebro funciona de esa manera, y obvia la ventaja que tenemos frente al rival.
En este caso, él estaba comparándolo con el sistema económico y el pensamiento individualista sobre cómo las cosas se consiguen con esfuerzo (sin tener en cuenta el contexto), y cómo todos tenemos las mismas oportunidades de base (aunque no sea cierto, porque alguien que no tenga que estudiar ni trabajar ni cargas, o que pueda pagarse una academia, o un profesor, o tener unos padres disponibles en la infancia… va a tener ciertas ventajas sobre los que no puedan acceder a eso, pero esos detalles van a ser obviados).
Creo que en este caso, por un lado está la ventaja que tiene cualquier persona sin una enfermedad para poder vivir y estudiar. Y por otro, la ventaja obvia de tener un cupo especial, que todo el mundo ve (y que parece tal porque se están obviando todas las ventajas que hacen que no partamos del mismo punto de salida, por más que se sienta así).
No quiero ser extraordinaria para acceder a lo mismo que el resto, quiero poder ser mediocre sin que aquellos que no ven mi sufrimiento me hagan sentir mal.
El PIR es un examen, y contiene unos conocimientos que son indispensables para el ejercicio profesional. Ahora bien, también lo son tener el título, y dos másteres de especialización. No sacar la mejor nota en este examen no significa que no seas válida para acceder a esa formación, que además:
ES UNA FORMACIÓN, no es un puesto para toda la vida. Incluso sacando plaza, esto me permite seguir formándome y estudiando. No es el fin del camino, sino el principio.
No somos peores psicólogos por entrar en ese cupo. Es más, es posible que muchos tengan una sensibilidad y una empatía que algunos de vosotros nunca llegaréis a comprender, y que se relacionen con el otro de una forma más humana que alguien que tenga mucha mejor nota.
A cualquiera que crea que las personas que accedemos por el cupo de discapacidad… me encantaría poder hacer como en Cómo ser John Malkovich, o en alguna de estas películas adolescentes de cambio de cuerpos, y cambiarte toda mi vida, toda mi experiencia y todo mi dolor, por esta plaza PIR que tanto quieres. De verdad, yo no la quiero. Quédate todas mis limitaciones, y todos mis problemas, y quédate la plaza, que espero conseguir después de estudiar no solo para conseguir plaza, sino, sobre todo, para poder dar una buena atención y ser la psicóloga que mis pacientes se merecen.
Y si, como yo, eres una persona a la que han reconocido una discapacidad, no te quedes con el odio, no te quedes con la bilis que nos han echado encima (y sí, sé que los mensajes no son ni contra mí, ni contra las personas con discapacidad, pero desde luego, sentir, se siente así, por más que lo intentemos racionalizar).
Quédate con que esas personas solo ven nuestra “ventaja” sin ver todas las “ventajas” que tienen ellos. Que no se nos está regalando nada, ni es solamente porque no podamos conseguir trabajo de otra manera. Se trata de igualar las condiciones de salida, porque si no nosotros empezamos la carrera a la pata coja.
La mayoría de las y los buenos psicólogos a los que conozco, recomiendan no quedarse con la primera persona que te trate si ves que no encajas. Sabemos la importancia de los factores comunes.
Además de profesionales, somos personas cuya vida atraviesa todos nuestros conocimientos, y estoy segura de que somos los psicólogos que muchas personas van a necesitar, y que para esa persona seremos su mejor terapeuta, no porque seamos mejores o peores, pero sí gracias a que, por nuestras vivencias, esas personas encajarán mejor. Algunas, por lo que nos atraviesa como personas con una enfermedad, otras por nuestras vivencias dentro de la “norma”.
No sacaré la mejor nota, pero creo (o estoy en ello) y he visto, que llegados a un nivel de conocimiento, que creo que cualquier persona que consiga plaza en el PIR tiene (acceda por el cupo que acceda)...
Bueno, pues no sé si alguien lo leerá, si ayudará o si incendiará. Pero a mí me ha sido bastante terapéutico, jajaja. He pasado de sentirme una mierda, a enfadarme, a sentirme culpable, a revalorizarme en este texto. Así que a mí me ha servido, y espero que si alguien está un día en un sitio oscuro y llega como yo a este post, este comentario lo saque un poco del pozo.
Y en cualquier caso, creo que todas vamos en el mismo barco, todas somos personas, todas somos psicólogas, todas estamos estudiando para saber, para ayudar y para mejorar.
Así que cuidémonos entre nosotras/os, que para denostarnos ya hay gran parte de la sociedad.
Ánimo y fuerza a todas/os las/os PIRes.