Uno de los efectos más determinantes del conocimiento oral de palabras es el del
punto de unicidad, esto es, el punto de la palabra en el que se convierte en única del idioma, ya que no hay ninguna otra que comience por esos mismos fonemas. Puesto que en el lenguaje oral hay una secuenciación temporal en el sentido de que los fonemas que forman una palabra van llegando al oído del oyente uno tras otro, los primeros sonidos que llegan son los iniciales de la palabra. Cuando el oyente percibe el primer fonema, se activan en su léxico todas las palabras que comienzan por ese fonema; por ejemplo, al oír el fonema /e/ se activarán palabras como “escuela”, “encina”, “estorbo”, “edad”, etc. Cuando llega el segundo fonema, por ejemplo /l/ muchas de estas palabras se desactivarán y permanecerán sólo las pocas que comienzan por /el/, como “elástico”, “elíptico”, “elocuente”, etc. Al llegar el tercer fonema, por ejemplo /e/, el número de palabras activas se reduce a unas pocas “eléctrico”, “elegante”, “elevado”, etc. Y cuando llega el cuarto fonema /f/, ya sólo queda activada la palabra “elefante”, con lo cual ya se puede reconocer la palabra, incluso sin haber terminado de escucharla. Por el contrario, con las palabras que tienen el punto de unicidad al final, hay que esperar a oír todos los fonemas para poder reconocerlas. Se trata, por lo tanto, de una
variable determinante de los tiempos de reconocimiento de las palabras habladas: cuanto más al comienzo se encuentra el punto de unicidad, antes se reconoce la palabra.