Un servidor también acudirá en calidad de consorte.
Recuerdo que en mi juventud (ya perdida en mi memoria y en el tiempo) fui a Madrid. Y siguiendo una “guía del trotamundos”, encontré una zona que servían bocatas de calares y vermuts muy baratos, incluso me topé con la taberna más antigua de la vila, con grabados de Baco en el techo.
Seguro que habrá gente de por allá que podría proponer alguna rutilla por tabernas auténticas (especialmente si son de lo que yo llamaba, no sin devoción y sacro respeto: “bares de viejos”): tapas suculentas, dulces vermuts, espirituales vinos, divinos quesos... como le prometió Fausto a Mefistófeles, ofrezco mi alma inmortal a quien nos conduzca a ese paraíso.
Existe la felicidad y el gozo, están los éxtasis de la carne y del espíritu e incluso el Nirvana más allá de lo cognoscible, pero... después de todo eso (triviales experiencias), está el ir de tapas por Madrid.
Por ej:
http://mistabernasfavoritas.blogspot.com.es/